A Humberto Giannini
Por José Jara
La filosofía en Chile ha perdido a un pensador ejemplar. En los momentos finales de una entrevista que estaba concediendo el pasado lunes 24 de esta semana de noviembre, Humberto Giannini cayó en un coma profundo que terminó con su vida al día siguiente. Fue el instante en que concluía una vez más con el ejercicio de su pensar sobre las cuestiones más inmediatas del presente. En este caso, sobre la educación. Fue una confluencia de hechos en que la inmediatez de su palabra hablada, su calidez y certeza en el diálogo cotidiano, de índole socrática, se cruzó con ese silencio irreparable que se deja caer sobre todo mortal y le indica el fin de su convivencia entre los humanos.
Pero muchas de sus horas diarias transcurrieron en la escritura sobre una y otra página en blanco, que luego se convirtieron en esos muchos libros que circulan por las manos de quienes han sido sus lectores, y de los que también lo serán mañana. Se habrá perdido la vivacidad de su conversación y el disfrutar de su humor, pero nos ha dejado en la claridad de su palabra escrita esa reflexión suya que sostiene un discurso abierto a lo incisivo de sus preguntas.
Aunque tal vez resulte extraño, podría decirse que la manera como sucedió la llegada al silencio final de la vida de Humberto, es expresión de un bello final. El de una vida dedicada al pensar y que, además, se ejerció en medio de una apertura al otro. A aquél con quien se sostiene un diálogo mediante una palabra en estado de alerta reflexivo frente a un tema, pero que deja entrar a todas aquellas otras cuestiones que se asoman y tienen alguna relación de sentido con él. Es la vía de llegada a un silencio final que otro pensador quizás pudiera también imaginar, desear para sí, semejante a como sucede con la satisfacción de alguien al terminar de escribir una página que se sostiene por sí misma, según siente. Así sea que vuelva a ella una y otra vez para corregir algo en lo que aún escucha algo así como un ruido. Para un pensador que escribió tantas páginas, como Humberto, difícilmente ese último silencio podrá acallar, perturbar la voz pensante, humana, que resuena entre sus escritos.
José Jara
Instituto de Filosofía
Universidad de Valparaíso
27-11-14