En recuerdo de Humberto Giannini (1927-2014)
Por Alex Ibarra Peña
Fundación Jorge Millas
Usando una expresión de Roberto Escobar tendríamos que decir que Humberto Giannini es uno de nuestros grandes búhos. Fue parte de la generación de estudiosos de la filosofía en pleno período de institucionalización de esta disciplina en la universidad chilena.
Recuerdo las primeras referencias que tuve de este profesor relacionadas a su Breve historia de la filosofía recomendada por algunos pocos y censurada por algunos más. La censura no era política en esos años -década del noventa del siglo recién pasado- sólo era una cuestión de menosprecio por la producción filosófica nacional. Cuestiones extrañas de nuestro oficio, ya que Giannini por ningún motivo puede ser visto como un critico del universalismo filosófico. De hecho, su visión de la filosofía es bastante acotada aunque celebremos que haya expandido la reflexión hacia lo cotidiano. Giannini es un filósofo principalmente metafísico y comprometido con una visión metafísica de cuño religioso.
En estos últimos años muy pocos se atreverían a no reconocer la producción filosófica de Giannini, ni de otros importantes filósofos chilenos pertenecientes a la década previa a nuestro quiebre democrático.
Giannini sin duda viene siendo animador de la actividad filosófica por casi ya 50 años. Creo que su instalación en el debate nacional se produce con la publicación de Reflexiones acerca de la convivencia humana (1965). En el prólogo de este libro dice que su reflexión ya se le venía planteando a Jorge Millas y Juan Rivano, a los cuales ve como pesimistas considerando sus publicaciones de algunos años antes, estas son El desafío espiritual de masas (1962) y Entre Hegel y Marx (1962). Con este anuncio en el prólogo Giannini se pretende instalar en un debate de producción filosófica nacional, que sucede al interior del departamento de filosofía de la Universidad de Chile.
La interpelación polémica tiene sus resultados, en torno a una de las más conocidas polémicas entre nuestros filósofos, me refiero a aquella de la prueba “prueba ontológica de San Anselmo”. Esa que años más tarde Giannini recordará con entusiasmo dos décadas más tarde y que Cecilia Sánchez nos recordó también en su libro Una disciplina a la distancia (1992) y que también recuperé en un artículo titulado “Ser polemista desde la convicción: lo metafísico en Giannini” compilado en el libro Humberto Giannini: filósofo de lo cotidiano (2010). Años más tarde Giannini sostiene una nueva polémica ahora junto a Joaquín Barceló. Dicha polémica también había sido recordada por Cecilia Sánchez en el libro que citábamos más arriba y sobre la cual Cristóbal Friz recuperó los documentos que se encuentran disponible en la revista virtual “La cañada”. Este oficio por la polémica seria y responsable es una lección para la actividad filosófica en Chile.
Finalmente rescatar otra de las lecciones de Giannini importante para la actividad filosófica chilena: aprovechar las oportunidades para que la filosofía se haga presente en el espacio público. Giannini supo hacer desde su función de filósofo un discurso que lo posicionó en la esfera pública. Hace algunos meses atrás el mismo reclamaba al director de El Mercurio la escasa cobertura que se había hecho a la muerte de Félix Schwartzmann. Hoy vemos y sin duda nos alienta ver que la muerte de un filósofo chileno aparece en los noticieros que ve la ciudadanía.
Pero, dicho reconocimiento no es sólo mediático, ya que en vida obtuvo doctorado honoris causa, fue traducido, sus libros tienen varias ediciones, se compilaron estudios sobre su obra, fue premiado y homenajeado. Estos últimos méritos testimonian su gran producción filosófica. Por otra parte, es claro el reconocimiento de sus discípulos, amigos y una comunidad filosófica que hoy lamenta la muerte de este escritor, educador y filósofo.