Humberto Giannini: Un filósofo transeúnte y un conversador. Por Cecilia Sanchez

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Humberto Giannini: Un filósofo transeúnte y un conversador

Por Cecilia Sanchez

Nuestra comunidad filosófica está de duelo por la partida de Humberto Giannini. Profesor destacado de la Universidad de Chile, en 2012 es nombrado Profesor Emérito. Estimado en nuestro medio como una de las grandes figuras de la filosofía desarrollada en Chile en el siglo XX y parte del XXI. Entre sus reconocimientos académicos se debe mencionar el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanidades, recibido en 1999.

Quien lo lea puede apreciar la originalidad de su pensamiento y su singular “vena ensayística”, caracterizada así por Pablo Oyarzún. Además de destacar su pensamiento, cabe reparar en su estilo de enseñanza y su “disponibilidad para el encuentro”, según lo describe Maximiliano Figueroa. Quienes lo conocimos lo reconocemos como un profesor- amigo y un conversador entretenido. Él sabía muy bien diferenciar la conversación que se despliega sin finalidad alguna, respecto del diálogo en el que predomina un recorrido predeterminado. Puede decirse que la conversación y lo cotidiano era lo suyo en las relaciones interpersonales y en sus temas filosóficos. En La reflexión cotidiana Hacia una arqueología de la experiencia (1987), uno de sus libros más leídos fuera y dentro de la disciplina de filosofía, el bar y la plaza, incluso la calle, son espacios conversacionales que incluyen al extraño.

En este sentido, el enlace con el mundo que le interesa afirmar es la vez emocional y político. Participa en innumerables debates sobre el tema de la democracia, la educación y la universidad, explicitando su adhesión por una educación gratuita. En su pensamiento, su principal pregunta es por lo humano. A diferencia del humanismo abstracto, lo humano se constituye desde el ejercicio del pasante, cuya identidad se juega en rutinas y periplos. Por este motivo, para Giannini lo humano es habitar el espacio del “entre” de la interacción comunicativa y comportarse como un “trans-eúnte” u “homo viator” (categoría medieval que le importa resaltar). Para leerlo es recomendable seguir la trama que va desde La reflexión cotidiana, La experiencia moral (1992) y La metafísica eres tú (2007). Lamentablemente ha quedado interrumpida su última investigación sobre la comunicación y el lenguaje. Lo que tenemos ahora de él es su escritura. A nosotros y nosotras nos corresponde leerlo para resignificarlo.

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