«La herida colonial»: una filosofía en movimiento.

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Por Alex Ibarra Peña. 
Dr Estudios Americanos.
Republicación de le monde diplomatique chile

 

No voy a reiterar los méritos de la obra de Walter Mignolo, ya son bastante conocidos y son la motivación que impulsó la invitación que le hicimos a dar una Conferencia por el Día Mundial de la Filosofía en las líneas del curso «Interculturalidad: Pensamiento Andino» que doy en la Universidad Católica Silva Henríquez.

Quiero resaltar, muy brevemente, dos afirmaciones expresadas en su ya canónico libro «La idea de América. La herida colonial y la opción decolonial» (2005). Una es la conciencia del autor de estar realizando un planteamiento desde el ejercicio filosófico, concediendo en esto una cuestión peculiar y distintiva para la filosofía, lo cual queda expuesto cuando señala: «La filosofía, en cambio, se vale de mundos posibles y se pregunta sobre las alternativas que fueron desplazadas por lo que sucedió «en la realidad»». El contexto de esta definición es la marcación para distinguirla de la historia que se basaría en los hechos.

La segunda afirmación, según mi modo de ver, aportaría una transgresión mayor al ir a contrapelo de un cierto mal entendido que sigue existiendo en nuestros Departamentos de Filosofía, en los cuales desde la disciplina se permanece en una reducción del universalismo filosófico, que da lugar a una noción de filosofía proveniente de dónde sabemos y que nos resulta ajena, pero lo que es peor aún: impuesta. Al respecto, cito a Mignolo: «¿Acaso porque los pensadores griegos llamaron filosofía a lo que ellos hacían y a la forma de hacerlo, los que se dedican a «pensar» tienen que pedir permiso a los textos griegos o sus guardianes occidentales en Alemania, Francia o Inglaterra? Podría decirse que los pensadores griegos «descubrieron» la filosofía. O quizá que sólo dieron su nombre a una actividad común a todos los seres humanos, a la que se institucionalizó y universalizó sin que nadie lo reclamara». Lamentablemente se nos ha inculcado esta subordinación que censura la posibilidad de nuestro filosofar.

Una estandarización impositiva como la descrita, sin duda es parte de la «herida colonial» y somos los perjudicados o «condenados» los que debemos asumir la liberación de este engaño a partir de una previa concientización.

A diferencia de algunos filósofos latinoamericanos, Mignolo reconoce el pensamiento de autores que le precedieron. Esto se observa en sus alusiones a Las Casas, Martí, Fanon y Zea, con lo cual, desde mi lectura no intenta situarse desde una pretenciosa creatio ex nihilo. Además deja en evidencia su apertura a las filosofías y cosmovisiones indianistas y originarias.

Aprovecho de señalar un punto de distanciamiento con los planteamientos de este autor. Me parece consecuente la radicalidad de su crítica frente a la filosofía marxista, sin embargo me pregunto si frente a una posible existencia de un «marxismo latinoamericano» se podría moderar sus postulados antimarxistas.

No tengo duda que las ideas de este filósofo aumentarán en popularidad a medida que la filosofía se vaya desfilosofando como ha dicho el cubano Fornet-Betancourt; o liberando como han dicho los filósofos argentinos Dussel, Roig, Cerutti, Casalla, Follari, entre otros; o interculturalizando según Dina Picotti y Alcira Bonilla; o alternativizando según el maestro Hugo Biagini; o indisciplinando como sostiene el amigo Enrique Del Percio.

Tenemos una intensa producción filosófica periférica, pero como ha señalado Eugenia Fraga: «estar en las minorías es un privilegio», en el sentido de que podemos enfrentarnos a un abandono de la situación de víctimas.

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